Mis raíces


Mis raíces son complicadas, o quizás sería más conveniente decir difusas. De padre alemán y madre española, nací cerca de Londres, pero ya a los seis meses de vida inicié mi viaje por el globo terráqueo. Habité en lugares tan dispares como Alemania, Irán, España y Perú, lugares que al fin y al cabo marcaron mi carácter y mi ser.

Pero todo este trajín de idas y venidas, de cambios de colegios, amigos, entornos, dejó mis raíces rotas, dispersas y débiles. Siempre me ha invadido una sensación de inseguridad, de no pertenencia a ningún lugar, de ser siempre la nota discordante. Hasta que un buen día decidí ir en busca de la fuerza de mis raíces y la encontré, fugazmente, pero sí, la sentí como una semillita dentro de mí.

Después, al cabo de un tiempo, me quedé embarazada. La revolución justo empezaba. Ahora que ya casi ha pasado un año desde que parí a mi bebé, de pronto nace dentro de mí un fuerte deseo de enraizarme profundamente en este mundo, de anclar mis raíces para que a mi hijo nunca le tiemble el suelo que pisa.

Con él, mi hijo, he iniciado un viaje introspectivo, un viaje a mi niñez, a veces desoladora. He iniciado el largo camino del autoconocimiento personal y del aprendizaje de la vida. Gracias a él, me voy reencontrando con mis instintos, aquellos que nunca debí perder. También he empezado a sanar a esa niña que hay dentro de mí, que tantas veces se sintió desamparada, para renacer como mujer capaz de dar amor incondicional y guiar de la mano.



02 de agosto de 2012