domingo, 5 de agosto de 2012

Casi un año...

Hace 11 meses...


A cinco días de que mi bebé cumpla un año -¡su primer año de vida!-, me entran de esas nostalgias que a veces me invaden. No son nostalgias exactamente tristes, quizás sean algo melancólicas, pero siempre acaban dibujando una sonrisa en mis labios.

Recuerdo cuando estaba con el tripón a punto de parir, odiando el teléfono que no paraba de sonar para preguntar si ya estaba con contracciones. Recuerdo esas últimas visitas al ginecólogo, esa presión por que naciera ya mi bebé... Parece mentira que la gente obvie la palabra "probable" de la frase "fecha probable de parto". Serían las hormonas, pero quería desaparecer, que me dejaran en paz para recibir a mi chiquitín cuando él decidiera salir.

Recuerdo esos paseos llenos de mansedumbre... ¡cómo me agotaba! Esas noches sin dormir, intentando encontrar alguna postura en la cama que no le molestara a mi bebé. Imaginándome su carita, su olor, su tacto...

Esas primeras contracciones, en mi casa, arropada por mi marido, por mi doula, por la tenue luz de las farolas de la calle, que se colaba por mis ventanas. Por fin había llegado el momento y yo me sentía preparada y confiada. Lástima que luego todo se fastidiara en el hospital... pero ese es otro tema que no quiero rememorar ahora.

Me vienen a la mente las primeras horas con mi bebé, estaba agotada, muerta de sueño, pero sin embargo no podía dejar de mirarle, de acariciarle y de comprobar que estaba respirando. Es algo indescriptible, que sólo una madre puede comprender. Aún hoy, cada vez que me despierto, alargo la mano para tocar a mi bebé o agudizo el oído sólo para comprobar que respira.

También esas primeras semanas, todo dudas... ¿Lo estaría haciendo bien? ¿Por qué lloraba tanto? ¡Cuánta incertidumbre! Ya nunca más seré mamá primeriza... la experiencia, si volviera a tener otro hijo, será tan diferente.

Y ahora ya tiene casi un año... sigue siendo un bebé, pero es que entonces era tan chiquitín, tan frágil, tan mío... que a veces lo echo de menos. Ya está, la sonrisa ha aparecido... me lo imagino ahora mismo, durmiendo plácidamente en la cama y siento premura por acostarme a su lado, por sentir su calorcito, sus manos buscándome, sus suspiritos llenándome de amor.


4 comentarios:

  1. Amaya qué bonitas palabras.
    Me he quedado con "esa" sonrisa en los labios. Un relato hermoso.

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  2. Entiendo todos esos sentimientos, sensaciones. Cuando nos convertimos en madres creo que nunca volvemos a ser las mismas. Me emociona tu experiencia, tu forma de contarlo... Me hace rememorar tantas cosas, tan lindas.

    Enhorabuena Corazón!!!, por ese sueño cumplido, por ese lindo bebé y por ese maravilloso año casi a punto de cumplirse.

    Muuuuchos Besotes!!!.

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  3. ¡Gracias chicas!
    Es verdad eso de que no volvemos a ser las mismas una vez nos convertimos en madres... :-)

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  4. Hola de nuevo Amaya:

    Paso otra vez por tu rinconcito para indicarte que pases por mi Blog a recoger una cosita ;): http://micucolinet.blogspot.com.es/2012/08/premio-liebster-blog.html.

    Muuuchos Besotes!!!.

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