miércoles, 29 de agosto de 2012

Miércoles mudo - de Vacaciones

¡Qué divertidos los botones de la caja fuerte!


miércoles, 22 de agosto de 2012

Miércoles mudo - ¡Música!

No puedo practicar el piano cuando mi chiqui está cerca... sólo quiere tocar y tocar, como mamá :-)



viernes, 17 de agosto de 2012

Buenos propósitos: hablar menos



Últimamente me estoy dando cuenta de que hablo demasiado. Tanto, que el mensaje que quiero transmitir, no llega. Parece ser que entre tanta verborrea y morralla, lo poco que debería decir en realidad, no cala.


Se me ha ocurrido hacer un ejercicio de hablar menos, y me está costando muchísimo. Sobre todo porque parece que estoy enfadada. Y sí, en parte estoy un poco enfadada, conmigo misma, porque hay un montón de cosas que digo, de las cuales luego me arrepiento.

Si es que todos deberíamos aplicar lo que reza aquel proverbio árabe: si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas. Pero soy dicharachera por naturaleza, y cuando no comento todo lo que se me ocurre me apago, siento que no estoy compartiendo mis pensamientos y me siento algo triste. A lo mejor es que el silencio me incomoda, quizás quiero huir de otros pensamientos y sentimientos más profundos. No lo sé. Tendré que experimentarlo para comprobarlo.

Otra cosa que estoy intentando practicar, es a no reaccionar inmediatamente, sino a detenerme unos segundos antes de hablar. También me cuesta una barbaridad. Sobre todo con mi pequeño. Desearía no decirle "cuidado", "te puedes caer", "no hagas esto o lo otro" y cosas por el estilo a cada rato. Pero es que mi lengua dispara antes de que mi cerebro llegue siquiera a reaccionar :-(

Difícil tarea me espera por delante, pero supongo que la práctica hace al maestro, y poco a poco me lo iré autoinculcando.

Reconozco los beneficios de estarse más calladita, creo que favorece la introspección y también el observar mejor el entorno y empatizar; y también va bien para darle más espacio verbal a los que son menos habladores que una. Pero por otro lado, me encanta hablar, y comentar cualquier minucia, por poca importancia que tenga.

Qué complicados son los términos medios...



miércoles, 15 de agosto de 2012

Miércoles mudo - Mi pequeño explorador

Mi pequeño explorador, contigo aprendo a redescubrir el mundo :-)

martes, 14 de agosto de 2012

Nuestro primer añito



El jueves pasado, día 9 de agosto, mi pequeñín cumplió su primer añito de vida. Fue un día un poco ajetreado, pues tenía que organizar su celebración.

La noche anterior preparé esta tarta que me recomendó Mi Cucolinet y ya por la mañana, durante la siesta del peque, pude decorarla con la ayuda de mi hermana, que había venido de visita para la ocasión. Sólo disponía de tres lápices pasteleros, así que echamos mano de nuestra imaginación.

Hacía un calor tremendo, exactamente igual que el año pasado, cuando nació mi chiquitín, que nos invadió una ola de calor que duró dos semanas, y que casi acaba conmigo y mi paciencia... Por eso organizamos la reunión familiar en la piscina, para poder bañarnos si nos apetecía. Al final salió todo un poco al revés, porque nadie trajo bañador, y estaban todos bastante desganados, así que sobró casi toda la comida...

Lo primero que hizo mi chiquito al ver la tarta fue lanzarse a la vela con forma de número uno, que todavía no estaba encendida, así que sin problemas. Pero luego al encenderla, quiso hacer lo mismo, y ainsss pobrecico de mi bebé, que ya ha conocido el fuego en sus propias carnes. Fue a meter el dedito y no llegué a tiempo. Primero pensamos que no se había quemado, pues no reaccionó. Pero al cabo de unos segundos se puso a llorar desconsoladamente.

Después no había manera de acercarlo a la tarta, era verla y echarse a llorar... Tuvimos que esperar bastante rato para cantar el cumpleaños feliz. Pero finalmente se le pasó el mal trago, y ya pudo disfrutar de la tarta, que devoró a gusto con ojos golosos.

Así que ya está, ya pasó ese primer añito de mi pequeñín, un felicísimo primer año, a pesar de todas la dudas del principio, de los baches con la lactancia, de las pocas horas de sueño. Ya no sabría imaginarme mi vida sin él (ni falta que hace). Cada día, cuando veo su carita sonriente al despertar, sus ojitos que me iluminan, sus grititos de alegría, me reafirmo en mi felicidad, en mi plenitud.

Quién me lo iba a decir, hace tan solo unos años, con lo poco que me han gustado siempre los niños... Y ahora se me cae la baba, a cada gesto de mi niño :-)



domingo, 5 de agosto de 2012

Casi un año...

Hace 11 meses...


A cinco días de que mi bebé cumpla un año -¡su primer año de vida!-, me entran de esas nostalgias que a veces me invaden. No son nostalgias exactamente tristes, quizás sean algo melancólicas, pero siempre acaban dibujando una sonrisa en mis labios.

Recuerdo cuando estaba con el tripón a punto de parir, odiando el teléfono que no paraba de sonar para preguntar si ya estaba con contracciones. Recuerdo esas últimas visitas al ginecólogo, esa presión por que naciera ya mi bebé... Parece mentira que la gente obvie la palabra "probable" de la frase "fecha probable de parto". Serían las hormonas, pero quería desaparecer, que me dejaran en paz para recibir a mi chiquitín cuando él decidiera salir.

Recuerdo esos paseos llenos de mansedumbre... ¡cómo me agotaba! Esas noches sin dormir, intentando encontrar alguna postura en la cama que no le molestara a mi bebé. Imaginándome su carita, su olor, su tacto...

Esas primeras contracciones, en mi casa, arropada por mi marido, por mi doula, por la tenue luz de las farolas de la calle, que se colaba por mis ventanas. Por fin había llegado el momento y yo me sentía preparada y confiada. Lástima que luego todo se fastidiara en el hospital... pero ese es otro tema que no quiero rememorar ahora.

Me vienen a la mente las primeras horas con mi bebé, estaba agotada, muerta de sueño, pero sin embargo no podía dejar de mirarle, de acariciarle y de comprobar que estaba respirando. Es algo indescriptible, que sólo una madre puede comprender. Aún hoy, cada vez que me despierto, alargo la mano para tocar a mi bebé o agudizo el oído sólo para comprobar que respira.

También esas primeras semanas, todo dudas... ¿Lo estaría haciendo bien? ¿Por qué lloraba tanto? ¡Cuánta incertidumbre! Ya nunca más seré mamá primeriza... la experiencia, si volviera a tener otro hijo, será tan diferente.

Y ahora ya tiene casi un año... sigue siendo un bebé, pero es que entonces era tan chiquitín, tan frágil, tan mío... que a veces lo echo de menos. Ya está, la sonrisa ha aparecido... me lo imagino ahora mismo, durmiendo plácidamente en la cama y siento premura por acostarme a su lado, por sentir su calorcito, sus manos buscándome, sus suspiritos llenándome de amor.


jueves, 2 de agosto de 2012

Semana Mundial de la Lactancia Materna


Mi bebé mamando a los 6 meses.


Coincidiendo casi con el primer año de vida de mi bebé, estos días se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Qué mejor momento para relatar cómo ha sido para mí este año de lactancia.

Antes de decidir tener un hijo, poco me interesaban los temas sobre crianza. Tampoco me interesaban demasiado los niños de los demás. Jamás me había planteado temas como el que nos ocupa esta semana, si dar pecho o no. A mí mi madre no me dio teta, así que los biberones me eran muy familiares, tanto así, que incluso aparecen en varias de las fotos de mi niñez. Nunca hablé de este tema con mi madre, ni con ninguna otra madre que conocí.

Cuando me quedé embarazada, cayó en mis manos el libro de Carlos González Bésame Mucho. ¡Qué gran descubrimiento! Empecé a “investigar” sobre todos los temas relacionados con parto respetado, lactancia materna, apego. Cuando llegó el gran día y por fin pude poner a mi bebé al pecho, éste no se enganchó. No me preocupé demasiado, y lo fui intentando durante el segundo día también. Pero no hubo manera, el pobre lloraba desesperado, pegaba algún bocado pero no era capaz de succionar. Al tercer día, me dieron una pezonera y por fin pude ver a mi adorado bebé saciarse con mi calostro. Verle esa carita de éxtasis para mí fue una experiencia inolvidable.

Una vez ya en casa, solicité ayuda de una asesora de lactancia. El consejo fue seguir usando pezonera hasta que pudiera poco a poco retirarla. Entonces vinieron semanas difíciles, empecé a tener grietas, dolor cuando amamantaba mi bebé, mastitis, tomas eternas. Aquello no iba bien y busqué nuevamente ayuda en un grupo de lactancia. Tampoco encontré solución, la postura y posición eran correctas, pero seguía doliéndome.

Después de mucho indagar, por internet, en libros y en el grupo de lactancia, descubrí que mi bebé tenía un frenillo submucoso corto, que nadie supo diagnosticar. Para ese entonces, había tenido que dejar de usar pezoneras porque era peor el remedio que la enfermedad. También había estado tomando probióticos durante semanas para la mastitis. Mi meta con la lactancia cambió de hasta que el bebé quiera a hasta que le salgan los dientes. Tenía días de un bajón terrible, y por las noches era casi una tortura. En vista de que la lactancia se me acababa y valorando las consecuencas que podía acarrear el frenillo de mi niño más allá de mamar mal, decidimos operarle.

Después de la operación, el dolor apenas mejoró, aunque sí es verdad que ya no se me endurecían los pechos, notaba que los vaciaba muy bien. Otra clara mejoría fue que se acortaron las tomas radicalmente. Con todo ello soportaba mejor el dolor, pero seguía viendo fracasar mi lactancia, con todo el dolor de corazón que me causaba la sola idea de quitarle la teta a mi hijo.

Gracias a un montón de mamás de un foro de crianza, que me dieron ánimos para seguir luchando, y también a mi marido por apoyarme, estoy llegando a cumplir mi sueño. Todavía no sé si conseguiré continuar hasta que mi hijo quiera, pero mi meta es el día a día. Adoro darle teta a mi bebé, significa tanto para los dos...

Para mí, ahora que estoy a punto de cumplir mi primer año teteando, sigue siendo una lucha. Sobre todo por las noches, que mi niño mama peor o cuando está algo ansioso y me clava sus dientecitos. Pero siento que merece la pena. Hubiera querido que nuestra historia fuera diferente, que mi lactancia siempre hubiese sido placentera, pero la información me llegó un poco tarde y mi bebé no supo desaprender esa manera suya de mamar.